lunes, 14 de enero de 2013

SALTA LA LINDA


Y dejamos Cachi con rumbo a Salta capital. Un tramo corto, pero teníamos un obstáculo importante, la Cuesta del Obispo que nos demoraría más de lo pensado. Lo bueno es que volvimos al asfalto después de cuatro días.
Antes de llegar a la cuesta, nos topamos con el Parque Nacional Los Cardones, donde además de encontrar innumerables ejemplares de los mismos, se recorre la Recta de Tin Tin, antiguo camino de los aborígenes que Vialidad decidió que formara parte de la ruta.

Y luego de andar unos kilómetros y subidas más, llegamos a la Cuesta del Obispo…a 3.457 m.s.n.m.

Por demás difícil mostrar el paisaje que nos regaló. El zigzagueo interminable. Los verdes que contrastaban con el marrón rocoso de las montañas. Las nubes en el medio, y el cambio de vegetación con el descenso. 

 
Y llegamos a Salta capital. Nos fuimos al hotel directamente…(¡¡¡gracias Yael!!!). Nos alojamos en el Sheraton. La cara de sorpresa al ver en el lobby del hotel un auténtico Frangella, muy similar al que tenemos colgado en el living de nuestro departamento.  La cara de los chicos cuando abrieron la habitación…y ni hablar cuando por la ventana vieron la pileta. No duraron ni diez minutos sin darse el chapuzón.
Por la tarde fuimos a la plaza principal. Entramos a la catedral que nada tiene que envidiar a la nuestra de Capital. Me puse al día con el blog después de varios días sin Internet.

A la mañana siguiente amaneció lluvioso. Ahí me acordé de todos aquellos que me dijeron que tenga cuidado con la lluvia, que se inunda, que se cortan los caminos…(si, a vos te lo digo, que al leer estas líneas estás riéndote socarronamente). La verdad, es que entramos al MAAM, el museo se alta montaña donde se encuentran las tres momias del Llullaillaco, y al finalizar la visita, sol salteño, por donde lo mires.
Lo del museo es impresionante. Por lo bien que está armado y por los chicos momificados encontrados. Me hubiese gustado sacarle fotos a todo, pero no se puede por expreso pedido y por iluminación especial con la que cuentan. Todo a 18°C y para no dañar a los “niños”, son expuestos a uno por vez. Pudimos ver a la Doncella, como se la llama. Es un paseo que no debe dejar de hacerse en la capital salteña.
A la salida,  el city tour tradicional. Iglesia de San Francisco, Convento San Bernardo, Teleférico al Cerro San Bernardo.



Por la tarde todos fueron a la pileta del hotel, pero yo me encargué de solucionar un tema del auto que surgió en la entrada de la ciudad. Estaba tironeando un poco. O el filtro de nafta o alguna bujía que había cambiado antes de partir. Ese era todo mi conocimiento mecánico. No había otra posibilidad.  Y cada vez estoy más cerca del Dakar…El cable de las bujías estaba complicándome el andar. Se cambió y listo para salir por la mañana a Purmamarca, en la Quebrada de Humahuaca.
Se nos viene la etapa final del viaje...
 

PONCHOS, EMPANADAS Y VINOS.


Y dormimos en Cachi. En Cachi Adentro, donde nacen las estrellas. Por la noche, en la oscuridad, levantábamos la vista y el cielo era blanco, brillante. La cantidad de estrellas que contenía el cielo, nunca antes lo habíamos apreciado.

En nuestra primera mañana en el pueblo, recorrimos su casco histórico.  Su Iglesia, su cabildo, su plaza y sus casitas bien coloniales.

En su antiguo cabildo, funciona el Museo Antropológico. Un museo mejorado recientemente, de muy buenas piezas.

Por la tarde volvimos a las Cabañas Miraluna, debíamos aprovechar la pileta de altura (2.400 m.s.n.m.).

Al día siguiente, partimos hacia Seclantás, al camino de los Artesanos. El mismo, frente a la R.N. 40, se encuentran alrededor de cincuenta teleros distribuidos en el camino, ofreciendo sus  piezas. Ponchos, mantas, caminos, y demás, se exhiben y se venden. Dicen que personalidades como Mercedes Sosa, el chaqueño Palavecino, entre otros, encargaban a estos artesanos sus ponchos.

Hora del almuerzo, frente a la plaza, las tradicionales empanadas salteñas. Seclantás es un pequeño pueblo que en el 2007 su intendente decidió restaurar su casco histórico y lo dejó impecable.

Una vez más, la pileta de la cabaña, resultó ser nuestra mejor opción.

 Como era la última noche, nos premiamos con otras excelentes empanadas en el centro. Como probé el Malbec de Miraluna, la misma bodega en donde nos hospedamos en sus cabañas, de más está decir que una botella esta formando parte de la bodeguita.

 Los dejamos con más de buena musica. Saludos.

jueves, 10 de enero de 2013

DE CAFAYATE A CACHI


Adiós Cafayate. 
Nos fuimos a Cachi, más precisamente a Cachi Adentro, por uno de los tramos más bonitos que tiene la R.N. 40 en todo su trazado. Apenás unos 20 km de pavimento hasta San Carlos, para darle paso al consolidado, a esas piedras con las cuales soñamos toda la noche.
Seguimos todos los pasos de las revista Lugares, de los últimos cuatro años. Teníamos mucho por hacer en esos ciento veintiocho kilómetros hacia destino.
Este tramo lo hicimos en el viaje anterior con Cecilia, donde nos hicimos amigos de una pareja suiza que nos levantó tras “hacer dedo”, en su auto alquilado.
No recordábamos muchas cosas…o cambiaron bastante otras tantas.
La primera escala fue San Carlos. Un pueblo que tiene un futuro increíble. Muy prolijo, con mucha historia y bien conservado. Un futuro centro turístico.

Tras recorrer su plaza con sus edificios más representativos, nos dirigimos a La Vaca Tranquila, una finca- hostería de unos belgas que preparan una cerveza artesanal “Me echó la burra” en sus diferentes versiones.
Una rubia y una roja pal´baúl…
Unos kilómetros adelante, nos encontramos con la Reserva Natural de Angatasco y sus formaciones rocosas de las más extrañas. La verdad…no recordamos haber pasado por ahí hace doce años.

Y se nos venía la siesta. Y el almuerzo era un tema más que importante para los chicos. Mirando las revistas descubrimos que estábamos cerca de la Finca La Carmen. Un lujo. Además de una hostería, cuentan con la Iglesia más antigua de los valles calchaquíes, más un museo, mas una granja didáctica y un restaurante, al cuál acudimos.

Y seguimos rumbo a Cachi, más precisamente a Miraluna, la bodega con hostería que nos estaba esperando.
Al pasar por Molinos, noto por primera vez, un inconveniente mecánico…el auto estaba recalentando sin motivo alguno. Por tal motivo decidí parar en el kilómetro 4.461 de la 40, justo donde se encontraba el llamado de SOS. Es un dato importante, que cada trece kilómetros nos encontramos con estos SOS por cualquier inconveniente que pueda surgir. 

 
Por suerte, una vez que levanté el capot de la Meriva, prendió el electro, como por arte de magia, y la temperatura volvió a sus niveles normales. Mis conocimientos mecánicos y mis kilómetros andados en ripio y altura me hacen con soñar con correr el Dakar 2014…
Sin más problemas, llegamos a Cachi después de varios minutos de “serrucho” en la ruta y de vueltas, y más vueltas, y de calzadas angostas, que en realidad eran una sola mano.
Sin detenernos en la ciudad, fuimos directo a las cabañas…ahí, donde nacen las estrellas y el buen vino de altura. 
Sería ridículo no agregar a la cava del bául un Miraluna Malbec, un tinto que en Buenos Aires no se consigue….

Mientras les presento mis amigos…
Un Nanni Malbec, un Coquena Malbec de Yacochuya, un Lurton Malbec, un torrontés La Puerta, un Don Diego Syrah Reserva, un Chañarmuyo Syrah, y  las dos Me echó la Burra.
Pongan el asado que vinos (y porque no copas) sobran.

 

DE CAFAYATE A QUILMES


Un día más en Cafayate. Pero hoy es día de andar con el auto.
Un buen desayuno en el hotel, y tomamos la 40 con rumbo sur, previa compra de bebidas y hielo, para mantenerlas frías en la conservadora.
El destino fue las Ruinas de los Quilmes, en provincia tucumana, a kilómetros del límite provincial con Salta.
Llegamos a las ruinas, donde nos esperaba Zulema, una guía oriunda de la zona, una guía de origen quilmeño, que nos explicó con lujo de detalles, todo acerca de sus antepasados. Todo un lujo.



Luego de caminar bajo el sol, por las ruinas muy bien cuidadas, a pesar de las tantas disputas con los diferentes gobiernos provinciales de turno y de empresarios dispuestos a lucrar con los lugares sagrados de los pueblos originarios, partimos hacia Amaicha del Valle.
Volvimos con Cecilia al Museo de la Pachamama del artista Cruz, el cual nos había impactado. No nos resultó lo mismo que la anterior oportunidad, ya que veníamos de escuchar a los Quilmes, y ahora teníamos las dos campanas del asunto.
Dejando la política del medio, el museo se amplió y son muy bonitas sus esculturas.


Volviendo por la misma ruta que nos trajo a Tucumán, volvemos a Cafayate, pero antes de que nos tome la siesta por asalto, decidimos almorzar en Tolombón, kilómetros antes.

Llegamos a Cafayate en plena siesta y como estaba muy lindo el día, decidimos continuar viaje a la bodega San Pedro de Yacochuya, quería tener el lujo de contar con uno de los mejores vinos actuales. Nos metimos por un camino y otro, y otro….y por suerte llegamos a destino. Nos faltó un punto muy importante…era domingo. Bodega cerrada.
Foto de “acá estuvimos” y partimos, ahora si, a la pileta del hotel.







Era la última noche cafayeteña, y debíamos cumplir con un pedido, para lo cual fuimos a una de las tantas vinotecas y de paso sumar una para mi colección, un Coquena de la bodega de Yacochuya. Una aclaración, casi no he tomado un solo vaso de vino por el manejo, pero cuando llegue a Buenos Aires…tengo una buena excusa, y quizás mas de alguno de ustedes me acompañe.

Continuamos buscando regalo de cumpleaños, pero decidimos esperar a Salta capital para buscar más opciones.
No encontramos una sola librería ni casa que venda música, algo extraño con tanto turismo y los libros interesantes que tratan de la zona calchaquí, ni hablar de la música folklórica.
Por ser la última noche, fuimos tras unas empanadas (y van…) frente a la plaza y con un grupo musical que nos hizo cantar zambas, chacareras y aro, aro arooooo….ayer pasé por tu casa, y me tiraste con una humita…..chango, eso ta-mal!!!!


Y también escuchamos esto....no una sola vez, sino varias!!!! Ya me se la letra....
 

martes, 8 de enero de 2013

LA 40 DE CATAMARCA A SALTA

Tras saludar a la familia Capurro Orella de Casagrande, y agradecerles por toda su hospitalidad salimos en búsqueda de la R.N. 40 en la provincia de Catamarca.

Pasamos por Londres, por donde mejor no perderse, ya que ni los los propios habitantes saben el nombre de sus calles…
Unos kilómetros más tarde llegamos a Belén, para almorzar. Unas ricas empanadas catamarqueñas y un merecido helado, frente a la plaza. Nos dimos cuenta que las heladerías, son los únicos comercios abiertos por la hora de la siesta…aunque no haya clientes.
Realmente el tiempo nos acompaña. Antes de salir nos asustaron con las altas temperaturas que debíamos soportar y por la época de lluvias, que hasta podrían perjudicar el andar en las rutas del norte.
Tan sólo en San Juan fue intenso el calor, por ahora, pero con una temperatura atípica para los propios sanjuaninos. Con respecto a la lluvia….no quiero ser mufa.
De Belén ha Santa María, es un trayecto largo donde en la ruta pasa poco. Algo de ripio a la altura de Hualfín. Un aeropuerto algo desubicado para los magnates mineros de la Alumbrera, y muchos animales sueltos que perjudican el andar.
Luego de dejar Santa María, continuamos de largo hasta Cafayate, para instalarnos en el Hotel Los Sauces, justo a la vuelta de la catedral. Esa noche salimos a caminar por el centro tan cambiado después de nuestra visita doce años atrás, antes de ser familia.
Al día siguiente estábamos de cumpleaños, el de Cecilia. Y para descansar de la ruta, nos tomamos la mañana para volver a caminar en búsqueda del regalo de la cumpleañera, y de recorrer el Museo de la Vid y el Vino y el Museo Arqueológico, antes de ir para la pileta del hotel. Ambos museos muy recomendables, el primero es nuevo y cuenta con toda la tecnología, acorde para la Ruta del Vino salteña. El segundo es un museo privado familiar, con todos los hallazgos arqueológicos de la zona, atendido por la señora del arqueólogo.

 Otro motivo por el cual no debíamos alejarnos del casco urbano, era el de tener señal para recibir los cientos de mensajes de salutaciones para Cecilia.
Luego de una pequeña siesta, decidimos tomar la ruta hacia la Quebrada de las Conchas.
Con un paisaje impactante, a cada metro quería fotografiar hasta lo imposible. Decidimos cambiar el conductor del auto, así bajaba tranquilo para lograr esas imágenes…
Llegamos hasta la Garganta del Diablo donde escalamos unos metros por dentro de la misma. El Anfiteatro, las ventanas, el obelisco, el sapo y los castillos forman parte de esta Reserva Natural de la Quebrada.






...y si todo el mundo lo baila, porque nosotros no, y menos con este paisaje de fondo!!!!



 
Por la noche, ya de vuelta a la ciudad, fuimos a festejar el cumpleaños al restó gourmet Terruño, sobre la plaza principal…¡¡el único con tarjeta de débito y crédito!!. Es increíble como una ciudad como Cafayate, con tanto turismo y movimiento económico, no utilicen tarjetas de ningún tipo. Ahora se entiende las filas larguísimas que encontramos en los pocos cajeros automáticos de la ciudad (salvo a la hora de la siesta…), ni siquiera el A.C.A. acepta tarjetas para cargar nafta.

Y dedicado a su cumpleaños un tema ochentoso acorde...Feliz cumpleaños, Ceci!!!!!
 

RUTA DEL ADOBE

Y llegamos a Tinogasta, Catamarca. Casi como de casualidad. La idea era parar en Fiambalá, pero no encontramos el lugar adecuado.
Y salir desde Villa Unión hasta Santa María, era demasiado viaje, y más hasta Cafayate.
Busqué en la web y encontré a Casagrande, un hostal de adobe en esta ciudad inhóspita para nosotros. Me interesó, pregunté y reservé. Todo el intercambio de mails me llevó a leer el nombre de la dueña del hostal, una tal Bárbara, de apellido conocido para mí, y con un cuil que delataba su edad, muy similar a la mía. Todo cerraba para que sea la hija de aquella familia amiga de mis padres, con los cuales, hasta compartimos vacaciones de muy pequeños. Mi madre me lo confirmó. Y por supuesto, lo confirmamos mediante más mails.
Mayor fue la sorpresa cuando el rencuentro no sólo se produjo con Bárbara como esta previsto, sino con Susana, su madre, y con Pablo, su hermano.
De Casagrande que podemos decir, con sólo decir que forma parte de la Ruta del Adobe, por su historia (albergó a un batallón en época de enfrentamientos  entre unitarios y federales) y su construcción. Todo muy cálido y cuidado hasta el más mínimo detalle.
Todo contraste con la ciudad, muy pequeña y sin atractivos. Donde la siesta es sagrada, y la plaza un paso obligado. Por la tarde, al caminar por sus callecitas, quedó de manifiesto el sentarse en la puesta de la vivienda, para mirar la gente caminar. Otro detalle a destacar, es como los habitantes de Tinogasta, como de otras ciudades del norte argentino, nos abren sus casas, a través de sus ventanas y puertas abiertas.
Al día siguiente decidimos salir a recorrer la Ruta del Adobe. El primer punto, como les dije, era el hostal donde estábamos alojados.
Tomamos la ruta ------ rumbo a Fiambalá. Nuestra primera escala en esta ruta tan atractiva fue la Iglesia Nuestra Señora de Andacollo, que data de la primera mitad del siglo XIX.





Unos kilómetros mas adelante, nos encontramos con la iglesia más antigua de Catamarca, construida en 1712, la Capilla Nuestras Señora del Rosario.








Ya en la ciudad de Fiambalá, encontramos la Iglesia de San Pedro, de 1770, y al lado, la Comandancia de Armas, donde se recrea un conjunto arquitectónico donde se desarrollaban actividades militares y un conjunto de habitaciones perimetrales.



A pocos metros hicimos un alto en la Ruta del Adobe para antes de almorzar, darnos una vueltita por Don Diego, la bodega catamarqueña, que según mi amigo Juan, tiene el mejor Syrah de la Argentina. Por supuesto, un ejemplar más para la cava calurosa del baúl del auto.


Hora del almuerzo, y  si de algo nos estamos acostumbrando en este viaje, es en respetar los horarios de la siesta, y en los tiempos de espera en los comedores ( o restaurantes, para los porteños).
Fiambalá si hay algo que no tiene, en un lugar donde almorzar!!!!...nos aconsejaron ir a las Termas, que en la hostería podríamos almorzar. Hacía allí nos dirigimos por la ruta del Dakar con cecilia al volante. Llegamos y el encargado nos informa, que a pesar de ser las 13 horas, la cocinera no había llegado, que seguro algo le habría pasado, pero pasen a conocer las termas, terminó diciéndonos.
Subimos la última parte de la trepada, sin estar preparados para las termas, y realmente, para el próximo viaje, si lo haremos. Muy interesante el sitio donde alguna vez, dicen, hasta Pavarotti fue de incógnito por sus cualidades curativas.
Por fin, fuimos a la ciudad de nuevo, donde encontramos un comedor donde almorzamos (una antigua estación de servicio devenida en restó, atendida por santacruceños).
Al finalizar el almuerzo, continuamos con la segunda parte de la Ruta del Adobe.  El Oratorio de los Orquera fue la siguiente etapa. 







Ya de nuevo en Casagrande, un poco de pileta para relajarnos, antes de la cena y de la última noche en Tinogasta, para partir hacia la ciudad salteña de Cafayate.

Algo más de la música que nos acompaña


Gracias por sus comentarios.