Un día más
en Cafayate. Pero hoy es día de andar con el auto.
Un buen
desayuno en el hotel, y tomamos la 40 con rumbo sur, previa compra de bebidas y
hielo, para mantenerlas frías en la conservadora.
El destino
fue las Ruinas de los Quilmes, en provincia tucumana, a kilómetros del límite
provincial con Salta.
Llegamos a las ruinas, donde nos esperaba
Zulema, una guía oriunda de la zona, una guía de origen quilmeño, que nos
explicó con lujo de detalles, todo acerca de sus antepasados. Todo un lujo.
Luego de
caminar bajo el sol, por las ruinas muy bien cuidadas, a pesar de las tantas
disputas con los diferentes gobiernos provinciales de turno y de empresarios
dispuestos a lucrar con los lugares sagrados de los pueblos originarios,
partimos hacia Amaicha del Valle.
Volvimos
con Cecilia al Museo de la Pachamama del artista Cruz, el cual nos había
impactado. No nos resultó lo mismo que la anterior oportunidad, ya que veníamos
de escuchar a los Quilmes, y ahora teníamos las dos campanas del asunto.
Dejando la
política del medio, el museo se amplió y son muy bonitas sus esculturas.
Volviendo
por la misma ruta que nos trajo a Tucumán, volvemos a Cafayate, pero antes de
que nos tome la siesta por asalto, decidimos almorzar en Tolombón, kilómetros
antes.
Llegamos a
Cafayate en plena siesta y como estaba muy lindo el día, decidimos continuar
viaje a la bodega San Pedro de Yacochuya, quería tener el lujo de contar con
uno de los mejores vinos actuales. Nos metimos por un camino y otro, y otro….y
por suerte llegamos a destino. Nos faltó un punto muy importante…era domingo.
Bodega cerrada.
Foto de
“acá estuvimos” y partimos, ahora si, a la pileta del hotel.
Era la
última noche cafayeteña, y debíamos cumplir con un pedido, para lo cual fuimos
a una de las tantas vinotecas y de paso sumar una para mi colección, un Coquena
de la bodega de Yacochuya. Una aclaración, casi no he tomado un solo vaso de
vino por el manejo, pero cuando llegue a Buenos Aires…tengo una buena excusa, y
quizás mas de alguno de ustedes me acompañe.
Continuamos
buscando regalo de cumpleaños, pero decidimos esperar a Salta capital para
buscar más opciones.
No
encontramos una sola librería ni casa que venda música, algo extraño con tanto
turismo y los libros interesantes que tratan de la zona calchaquí, ni hablar de
la música folklórica.
Por ser la
última noche, fuimos tras unas empanadas (y van…) frente a la plaza y con un
grupo musical que nos hizo cantar zambas, chacareras y aro, aro arooooo….ayer
pasé por tu casa, y me tiraste con una humita…..chango,
eso ta-mal!!!!
Y también escuchamos esto....no una sola vez, sino varias!!!! Ya me se la letra....
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